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El Huapango o Jarabeado Nuevoleones
En el estado de nuevo León y dentro de los bailes populares que llamamos tradicionales, tenemos el Ritmo de Huapango nuevoleonés, llamado en algunas partes también Zapateado repiqueteado o jarabeado nuevoleonés, por la característica del ritmo antes nombrado, por el estilo y sobre todo, por las pisadas que tiene este bailable. Este ritmo musical proviene como es natural, de las regiones llamadas "Huastecas". Dentro de lo que manipulamos los folkloristas, tenemos que existen una serie de Estados, que según conciencia de cada una de las entidades federativas, afirman existen cinco huastecas, contenidas en una enorme y amplia región física y geográfica, y por nombrarlas diremos que son: La Poblana, La Hidalguense, La Veracruzana, La de San Luis Potosí y La Tamaulipeca. Sin embargo, por el (quizá) celo profesional y preferencialmente por antecedente étnico, o nadie sabe por qué, se han compuesto ciertos sones y canciones donde se nombra muy frecuentemente a "Las Tres Huastecas", o sea: La Hidalguense, La Veracruzana y la Tamaulipeca. Para culminar, se me ha informado que recientemente, Querétaro se está haciendo presente como la sexta huasteca. En casi todas las regiones veremos ciertos lazos dancísticos, musicales, rítmicos, pisadas, rutinas, estilo con variantes según la región, como en el caso de Puebla. Sin embargo, debemos estar conscientes que en el aspecto musical no se pudo impedir que se diseminaran a través de la República: sones, jarabes, zapateados, ritmos, etc., llegando a una exposición y miscelánea esplendorosa durante los principios del siglo y su culminación en la gestación y desarrollo de la Revolución Mexicana, primera y segunda década del siglo presente. Debido a lo antes expuesto, puedo afirmar categóricamente que a pesar de no pertenecer racial o étnicamente a la región huasteca, el ritmo de huapango, penetro en el estado de Nuevo León (por su posición geográfica) por entre dos amplias áreas de lo que políticamente son los Estados de Tamaulipas y San Luis Potosí (según especificamos gráficamente). Por el área de Tamaulipas, a través de los municipios de Mier y Noriega, Gral. Zaragoza, Aramberri, Iturbide y Linares. Por el área de San Luis Potosí, a través de los municipios de Galeana, Dr. Arroyo y Mier y Noriega. Hizo impacto en la sencilla gente lugareña, la cual le imprimió un carácter y estilo singular, mucho muy diferente de lo que podemos oír, ver y bailar acerca de las huastecas anteriormente enunciadas, ya que el huapango de Nuevo León o jarabeado, es musical y dancísticamente diferente en interpretación, ya que su asimilación, adaptación, instrumentación y creación regional es característico de la entidad (Nuevo León). Musicalmente hay cierta característica que el ritmo de huapango nuevoleonés, defiere del huasteco y es aquí que se interpreta con aire o ritmo binario; armónicamente el bajo sexto tiene una amplia gama de contrapunto singular que adornan a la melodía o melódica repiqueteante del acordeón de botones (o en su fase antigua, el violín norteño), en el caso del violín, hay mucha diferencia con el violín llamado "violín huapanguero" de la huasteca, ya que el norteño de Nuevo León no tiene el juego de articulaciones, y picados, estacato, ni el chicoteo, además el bajo continuo (musicalmente se dice) de contrabajo o "tololoche" acaba de redondear lo característico de la entidad nuevoleonesa. En la melódica cantada (aunque son escasos los huapangos cantados en Nuevo León), no tiene, ni usan, el falsete huasteco, ya que cambiaron el sentimiento característico y se regionalizó. Regularmente el ranchero de Nuevo León en los bailes pedía al conjunto regional un jarabito o jarabeado o un zapateado repiqueteado, y era cuando los músicos ejecutaban este ritmo, imprimiéndole su carácter (como ya se anuncio), su idiosincrasia y su sentimiento; adquiriendo como ya se anunció, una personalidad musical propia de esta región (sin ser copia del lugar de procedencia), caracterizando, como ya dije, su forma regional. De entre muchos huapangos (ya que Nuevo León tiene un amplio repertorio) que existieron y existen, podemos nombrar a; "De Marín a Zuazua" (violín, guitarra y mandolinas). "Ruperta" (acordeón de botones, bajo sexto y contrabajo). "El Terremoto" (acordeón y bajo sexto). "El Pipero" (acordeón y bajo sexto). "El Huarache" (acordeón, bajo sexto y contrabajo). "Pavido Navido" (acordeón, bajo sexto y contrabajo). "El Relojito" (acordeón y bajo sexto). "El Lucero" (acordeón, bajo sexto, contrabajo y saxofón). "El Mezquitón" (acordeón, bajo sexto, contrabajo y saxofón). Los primeros ejemplos surgieron en el transcurso del inicio del siglo. "El Pavido Navido", con una formación literaria picaresca e insinuante y los últimos son probablemente recientes, digamos de tres décadas a la actualidad y hasta podemos enunciar a los autores y ejecutantes. Autores: R. Sáenz, Cruz Gonzales de la Garza, Adolfo García, Juan López, E.S. Longoria, C. Ibarra, Tony de la Rosa, Rafael Silva (El Canario), Rogelio Gutiérrez y Antonio Tanguma. Ejecutantes: R. Sáenz, Juan López, Tony de la Rosa, Rogelio Gutiérrez, Antonio Tanguma, Rafael Silva (El Canario) y otros. Esta exposición incluye algunos huapangos de Nuevo León que bailamos, pero existe una amplia y gran variedad de piezas musicales (ya que Nuevo León es de los estados norteños más ricos en este ritmo regional). En el aspecto de rutina, pasos o pisadas, podemos decir que tenemos una amplia variedad, pero por desgracia, anteriores a nosotros, no había gente ni entidad que hubiera recopilado este acervo, así que exponemos lo que hemos podido recopilar decorosamente de lo perdido por el tiempo y las circunstancias. Así, encontramos pisadas con toda la planta, punteadas, deslizadas, pespunteadas, algunos jarabeados, quebrados, vueltas con el pie al aire, etc., y sobre todo, un paso que hemos asignado con el nombre de "Trote, por semejarse este ruido percutivo característico, al igual que los quebrados marcados, pies cruzados, jalones, golpes sincopados, alternando con fuertes vueltas con pie al aire y "vaivenes" (característico de Nuevo León). Al Hablar del estilo, podemos decir que el hombre algunas veces (muy escasas, por cierto), tomará lateralmente de la cintura a la mujer y hará movimientos del torso hacia adelante y atrás con ligueros quebramientos de cadera (característica del norteño de Nuevo León), pero regularmente, estos bailes son sueltos (a diferencia del shotís, polka y redova, en los cuales, el varón y la dama siempre están de pareja), aunque en algunas ocasiones, al dar vuelta en lo que se llama paseo, se engarzan de los brazos, giran y se miran entre si y se quiebran ligeramente el torso hacia atrás, pero sigo afirmando que son bailes sueltos. La dama levanta su falda recargando ligeramente sus manos fruncidas a sus caderas y hace leve o ligero movimiento natural con sus manos y falda. El varón se agarra el cinto cerca de su cadera, su posición es siempre vertical y altiva que rompe con los vaivenes combinados con las vueltas; tenemos además que sin mover el torso en algunos pasos o rutinas se vota (por decirlo así), y quiebran la cadera con firme acentuación ("cadera caída"), hay también la característica que por las pisadas fuertes, se levantaba la tierra o el polvo (levantar polvoreada), al soltar la tierra pisoneada y regada del solar en donde bailaban. El varón entonces llevaba con "galanura" su sombrero en su antebrazo y en un determinado momento inclinaba su cuerpo y soplaba el polvo o la tierra. Por último, en algunas ocasiones (ya que se prestaba el baile para lucimiento y reto), la mujer retaba al varón gritando; "Aquí hay gallina... ¿en dónde está el gallo?", es muy factible que estas expresiones venidas de fuera, se aclimataran dentro del populacho. En la ejecución de los bailadores, podría decirse que era por pareja individual y libre, acostumbrando (como en muchas partes de la república), colocarse frente a frente con los naturales cruces, se rompe esta secuencia alternando lo zapateado, como pregunta y contestación, o en su defecto..."Como decían, cada quien para su santo"...Podemos afirmar que no hay coreografía tradicional que nos haya llegado, por lo que podemos decir que era o es una improvisación espontánea de dos ejecutantes que remataban en un zapateado común al finalizar (por sentimiento). Actualmente, y por decir, en el intervalo o lapso de aproximadamente 35 años o más, mis alumnos, ejecutantes y allegados en el aspecto de espectáculo folklórico, han utilizado el planteamiento creativo coreográfico que he hecho en el transcurso de los años de investigación, recopilación y enseñanza. * Jesús Daniel Andrade González
Bailes y Ritmos de la Región Central
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