SON DE LA NEGRA
Del Son de la Negra y otros amores
Canción emblemática de los mexicanos tiene origen en las calles de Tepic en los albores del siglo pasado; el Son de la Negra inmortalizó a Albina Luna y guarda un lugar especial para su creador: Fidencio Lomelí
2007 / 11 / 05
Tepic, Nayarit/Noviembre 4.- Un amor no correspondido inspiró el famoso Son de la Negra; el mismo que acompañó por años a Albina Luna, la musa inspiradora, por la calle Libertad cuando agarraba la banda y una cerveza para mostrar su alegría por la vida. Años después; Gracias a un arreglo para mariachi que hiciera Silvestre Vargas se convertiría en la canción popular más representativa de México dentro y fuera del territorio nacional.
Jesús Carranza Díaz, investigador en formación, es quien se da a tarea de rescatar del olvido a los personajes centrales de esta singular historia que por décadas se había creído originaria del estado de Jalisco, de Colima o Zacatecas.
Pedazos de historia unidos a través del tiempo dieron origen a un modesto libro que documenta las primeras indagatorias de Jesús Carranza, su título es “El son de la Negra, orgullosamente de Tepic” La historia detrás de la musa.
Según narra Jesús, un buen día se presentó en el Ayuntamiento de Tepic un hombre que decía ser el sobrino de la mujer que inspiró el Son de La Negra; intrigado por la historia se da a la tarea de buscar y entrevistar a los familiares de Albina Luna, y de los hermanos Lomelí Gutiérrez; Fidencio autor de la letra y Alberto quien la musicalizó.
LA NEGRA, LA GALLETA, LA PELONA
Albina Luna “La Negra” nació en la ciudad de Tepic en 1911, en lo que ahora se conoce como la colonia H. Casas; poseedora de una singular belleza y criada en el seno de una familia de jornaleros acomodados desde temprana edad muestra interés lo mismo para el baile que para la actuación. El mote de “La Negra” le venía por el color de su piel, la más morena de la familia.
Vecino del rumbo, Fidencio Lomelí se enamora de la joven de largas y negras trenzas por los años 20’s; pero ella, con su natural coqueteo, sólo le dice que sí, pero no le dice cuándo, tal y como dice la canción:
Negrita de mis pesares,/ ojos de papel volando,/ negrita de mis pesares, /ojos de papel volando.
A todos diles que sí,/ pero no les digas cuándo,/ Así dijiste a mí/
por eso vivo penando.
Cuentan que Albina trabajó en la fábrica de hilos de Jauja; luego en los portales del centro de Tepic vendiendo raspados y nieve con don Camilo Serrano; luego en la fábrica de cigarros Excélsior y en la de cerillos.
A los 19 años es raptada y llevada a Tuxpan; su padre Ignacio Luna obliga al hombre a desposar a su hija, aunque la unión duró apenas dos años debido a que le daba mala vida a la insumisa joven.
Pronto “La Negra” buscaría rehacer su vida al lado de un militar bien parecido, el cabo Felipe Flores, originario de Ahuacatlán. A sus escasos 22 años Albina se convierte en soldadera, “La Galleta” que sigue a su hombre por pueblos y ranchos de Querétaro e Irapuato. Obligada por su marido a cortarse el pelo se gana el apodo de “La Pelona”. Doce años duraría esta aventura que la llevaría a vivir en un cuartel o en la hacienda de Sabanillas, en Guanajuato, donde los “levantados” eran tratados como bandoleros y colgados por elementos del ejército.
Muchas veces Albina presenció balaceras, ejecuciones y cadáveres apilados de los que tuvo que limpiar la sangre. La historia dice que fue famosa porque ella y su esposo abrieron varias iglesias que se encontraban cerradas en Irapuato, hecho que les valió la aclamación como mujer bravía y de carácter muy fuerte.
Doce años duró este capítulo en la vida de Albina, luego se separaría del militar debido a que no podía darle descendencia que él buscaba en otras mujeres. Regresa a Tepic para vivir con sus padres y dedicarse a confección de prendas hasta el final de sus días en el año 2000.
Sus familiares la recuerdan como dicharachera y con especial gusto por la cerveza y la música. “En esa época los mariachis tocaban puros sones con instrumentos de cuerda; si la calle Libertad hablara, les diría cómo mi hermana agarraba el mariachi” narra Ignacio Luna Pérez, hermano de “La Negra” aún con vida.
“Y corría toda esa calle cantando la canción de El Callejero, una de sus canciones preferidas, y sin faltar su son, El Son de La Negra. Yo nunca la vi triste, al menos no recuerdo haberla visto así” añade Ignacio. Entre los dichos que recuerdan está “ay cabrón panteón, cuántas calaveras veo” “Y qué y qué? Son sobras que yo dejé.
ENTRE EL AMOR Y EL OLVIDO
(Alberto Lomeli, de izquierda a derecha el tercero)
Fidencio, el eterno enamorado de Albina, la sigue por varios puntos del estado y cuentan que en cierta ocasión fue a la fábrica de Jauja a comprar a uno de los vendedores que hasta ahí llegaban un reboso de seda para llevárselo a su amada a Santigo Ixcuintla. Así surge la tercera estrofa del Son:
Cuándo me traes a mi negra,/ que la quiero ver aquí/ con su rebozo de seda,
que le traje de Tepic.
Por mucho tiempo los hermanos Fidencio y Alberto Lomelí Gutiérrez, autores del Son de la Negra, estuvieron en el anonimato fuera de Nayarit, aunque en esta entidad se sabía que ellos eran los creadores de la famosa pieza musical.
En la época que surgió el son de la negra, Alberto dirigía su propio mariachi, Los Chalinas. Trabajando en Mojarritas conocen al músico Silvestre Vargas quien les pide su autorización para agregar al son instrumentos de viento; arreglo con el que la melodía alcanzó una difusión inesperada por sus autores.
Alberto tuvo familia y descendencia, de Fidencio poco se sabe. Don Trinidad Ríos, conocido por el mariachi tradicional comenta que lo conoció y le gustaba tocar el violín; por cosas del destino emigra a Tuxpan y luego a Tijuana donde muere pobre y olvidado.
ALGO SOBRE EL AUTOR DEL LIBRO
Hechos aislados, aparentemente inconexos, se dieron para que alguien rescatara la historia de “La Negra” y su famoso son.
Jesús Carranza no imaginó que algún día dejaría de ser un “costeñito” -como él mismo se define- para emigrar a la capital del estado en busca de un mejor futuro, ni que se impondría el reto de escribir un libro sin contar con dinero ni patrocinadores.
“Yo era mesero en Los Ayala, explica, cuando conocí al señor Víctor Manuel Pineda (q.e.p.d) él me entregó una moneda de a 50 (un Morelos) me dijo que como un símbolo de confianza y lealtad; por él es que yo me vine a Tepic a estudiar y terminé la carrera de abogado, él me ayudó.”
Jesús ya encontró la que será su pasión: la investigación y la poesía. Entre sus anhelos está escribir otro libro y rescatar del anonimato a poetas y escritores “guardan sus poemas debajo del colchón. estoy convencido que hay muchos talentos, nada más hay que darles una oportunidad”.
Al parecer está cerca de cumplir algunos de sus sueños, al ser designado auxiliar del cronista de la ciudad de Tepic, ocupando sus ratos libres para hacer poesía por encargo.
* http://www.periodicoexpress.com.mx/nota.php?id=199167
* http://www.holatu.com/tepic (Autor del libro: “El son de la Negra, orgullosamente de Tepic”)
* http://www.metroflog.com/sondelanegranayarita (Sobrina de Albina Luna Perez)